domingo, 30 de mayo de 2010

Señor Inestable

Estancado en este país semi-extranjero, el hotel no lo he elegido yo, sin un apice de conocimiento sobre hosterías, pero me gustan los muros altos el recoveco que siembra mi voz y el sonido televisivo, maltratando mi hombría.

Escribo y estudio en este país semi-extranjero. Trato de tener mi dormitorio un poco ordenado porque sé que no soy el único que tiene la llave.

El primer día salgo a mis clases y vuelvo a mi cuarto por la noche: las toallas están ordenadas y cambiadas, la cama está tendida, la cortina falsa cerrada y la ventana a medio abrir. Esto es algo normal, tengo que decir. Los hoteles tienen que tener personas que acomoden los cuartos de los huéspedes. Pero yo espero que sea una mujer... Y empiezo a fijar en las huellas de trabajo, como un policía criminal, pero enamorado. Tiene que ser una mujer.

En los días posteriores siento algunos detalles: mi cepillo dental está dentro de un vaso, los vasos que lavé están secados y guardados, y el pequeño oso de peluche que ingenuamente acompaña mis viajes, ha cambiado de lugar. Debe de haberle gustado. Tiene que ser una mujer.

Las noches en mi cuarto empezaron a tener un ambiente de detalles. Sentía que una relación extraña empezó entre ella y yo, un secreto de paredes, un encuentro de dormitorio.

El domingo era mi día de descanso y los hoteles tienen la costumbre de descansar también. Me desperté temprano y empecé a navegar por Internet desde mi cama. Estaba en el laberinto informativo de Wikipedia, pasando de Adolfo Hitler a Eva Braun, y de ella a la sobrina del primo, y de ella a Nietzsche, y de Nietzsche a Wagner, y de Wagner a escuchar la cabalgata de las valkirias. Escuchaba con mis audífonos nuevos y sumergido en mis pensamientos. Y en las cabalgatas de estas guerreras, ella se apareció.

Asombrada y aterrada. Daba por hecho mi ausencia y yo la suya. Fueron dos segundos de silencio sepulcral, casi espacial. No nos dejamos de mirar. No nos hemos dejamos de recordar

2 comentarios:

Acido Obscuro dijo...

Damm Vato, Un Oso de Peluche, algunos hombres compran pelotas y les ponen nobres tales como wilson, algunos mas como y cosen con hilo y ropa vieja muniecas tetricas que tienen nombres macabros, todo sea por conservar un poco la sanidad mental.

Extraniar.. la cuchilla mas afiladad de la gaveta ehh?

Unknown dijo...

waaaaaaaaaaa que loko y despues y ahora??? aparte de recordasrse que palabras adornan la foto mental ahora desgastada de tanto mirar??